Como siempre (como nunca) lo que está entre paréntesis es completamente prescindible, la categorización absoluta, castración de lo que es (o debiera ser) real. Uno a uno los miles de pequeños e infinitos pelos: El pelaje. Una a una las mil y una hojas y la infinita trama que las une en proporciones oscuras otrora inimaginables: El árbol. Uno a uno los quinientos detalles, ideas, ecuaciones, instrucciones, aliteraciones, construcciones, iteraciones: YO (y nadie más que yo).
Abandono instintivo, desapego que es (casi) una buena práctica: es seguro.
Cuando leo lo que escribí hace cinco años lo encuentro vacío de pelos y lleno de pelaje, vacío de hojas y lleno de un árbol. Mañana leeré lo que hoy escribo (en una esperanza de continuidad de los segundos, los minutos, los años [si es que existe algo que pueda llamarse así {y eso es todavía más prescindible}
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