I. Sembrar la duda
Todo comenzó con la constatación de mi propia muerte.
Sucedió así: me acerqué a tu mejilla para despedirme y sospeché de pronto (casi una intuición) que no estabas respirando.
Me aproximé con cuidado para auscultarme; me tendiste con paciencia y yo que procuraba no perder la calma cuando viste mis ojos amarillos y tu rostro cada vez más pálido. No me dio el tiempo para pedir auxilio; de inmediato saliste a buscar ayuda y yo me quedé pensando si encontraría a alguien capaz de curarte en esta necrópolis gigante.
Me dejaste morir y me fui.
Ésta debería ser la madre de las explicaciones de toda la enmarañada trama que se empezará a desenredar para ti. Éste texto debería ser francamente un astrolabio, un arriba cardinal hacia donde mirar cuando simplemente los espejos se rompan porque no soportan más las cosas muertas. Ahora debo escribirlo.. no soporto tanta presión
jueves, julio 31
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3 comentarios:
Me gustó.
pero está pasado a Cortázar (tómalo como halago o algo lamentable).
Constructivismo al hilo, puro y duro... na de weás...
Un aplauso
See you later!
Nicolai!
rodrigo
me sentí testigo de una muerte anunciada...
será que las conexiones axiomáticas
tienden revelarnos visiones futuras??
muakismuakis
gracias por tus huellas en el blog
sé que soy algo dinosaurio para comentarte
pero las palabras nada saben de canas y arrugas
un abrazo de paz
y las mejores vibras para tí
Concurro, Florencio anda por aquí.
Aun así, me gustó mucho. Perspectivas llanas, por sobre todo, sincero.
Amo que aparezcan ojos amarillos.
Creo haberte leído antes lo de "Necrópolis Gigante".
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